martes, 30 de octubre de 2018

¿Qué es la Historia de la vida cotidiana?


Por: Rebecca Grafía

Hablar de la historia de la vida cotidiana, como forma de hacer historia, implica hablar primero de qué es la historia cultural. En su libro ¿Qué es la historia cultural? Peter Burke señala el surgimiento de una historia cultural “clásica” en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, es decir, una historia cultural que buscó representar una época determinada desde el “canon” en los ámbitos artísticos, culturales, científicos, filosóficos, etc. Sería hasta la década de los 60’ que historiadores se interesaran por la historia cultural de otros estratos sociales. Resaltan aquí los trabajos de Eric Hobsbawn y Edward Thompson.[1]
Más adelante, con el giro lingüístico, cultural o antropológico de los 70’ se comenzó a hablar de “culturas” en lugar de “la cultura”: cultura impresa, cultura cortesana, cultura de los bárbaros, cultura del miedo, etc. Están los trabajos de Robert Darnton, Roger Chartier, Rhys Issac, Emmanuel Le Roy Ladurie, Natalia Davis, Giovanni Levi, Carlo Ginzburg o Hans Medick como muestra de esta nueva forma de aproximarse a lo cultural y lo cotidiano como realidad y como objeto de estudio, todos ellos enormemente influenciados por la antropología.
Los debates versaron en torno al leguaje, el discurso y el poder. Se trataba de reconocer que lo “real” se compone de significados atribuidos socialmente, y la forma de interiorizarlos es por medio del lenguaje.[2] Burke ubica cuatro teóricos que vinieron a consolidar la “teoría cultural”. Mijail Batjin, Norbert Elías, Michel Foucault, y Pierre Bourdieu. Esto se refiere a ver la cultura como una construcción, con lo cual Burke señala otros problemas como pensar quién lleva a cabo esta construcción, con qué constricciones, a partir de qué, etc.
Pilar Gonzalbo señala que la historia está hecha por nosotros, los seres humanos. Sin embargo, aunque comúnmente se esté de acuerdo con dicha afirmación, rara vez se acepta todo lo que implica pensarlo así. Según la autora, no nos sentimos identificados con aquellos grandes personajes históricos que hicieron cosas reprobables, desde nuestro presente al menos, pero si con aquellos que realizaban acciones cotidianas semejantes a las nuestras. Hablar de Historia de la vida cotidiana implica pensar primero en qué es lo “cotidiano”. Al igual que la propuesta de la “teoría cultural” en la que se habla de “culturas” que se asientan lo cotidiano, se piensa en más de una cotidianeidad, es decir, aquello que es cotidiano varía de un contexto a otro, de un individuo a otro y de un colectivo a otro. En palabras de Hernández Rosete, “lo cotidiano es un fenómeno históricamente condicionado”.[3]
Pilar Gonzalbo también apunta hacia esto cuando menciona que lo cotidiano se debe leer en distintos niveles por la diversidad de sujetos, contextos, fuentes, representación e interpretaciones en las que se ubica.[4] La autora no apunta a que se debe llegar a una versión exacta que retrate fielmente cómo era lo cotidiano en otra época, sino preguntarnos por qué se dio esa construcción de cotidianidad y no otra. Pensar en lo cotidiano implica pensar en aquellos referentes universales que todos tenemos, como las necesidades básicas a cubrir o la influencia de la naturaleza en nuestras decisiones de cómo hacerlo. Las necesidades han cambiado con el tiempo, cambia su manera de satisfacerlas también. Lo cotidiano se entrecruza también con la personalidad y con la identidad que se transforman tanto individual como colectivamente.
La historia de la vida cotidiana se interesa por las necesidades culturales y sus transformaciones de acuerdo a épocas, lugares y personas. Las costumbres son vistas como parte de la moral, una moral aprendida. Hay reglamentaciones en todos los niveles de cómo hacer las cosas y de cómo comunicarlas, la historia de la vida cotidiana se pregunta qué o quiénes imponen estas reglamentaciones. Lo cual nos lleva, dice Gonzalbo, a preguntarnos si la historia es una ideología. Para la autora lo es, de ahí que sea tan importante el dar más de un tipo de lecturas a las fuentes, preguntarnos de quién viene el discurso, qué me dice de manera tangencial, es decir, más allá del texto. Una novela o texto publicitario contienen referentes para pensar los contextos de los autores, del público receptor, de la moral de su época, etc. Pone el ejemplo de cómo la Iglesia marcó la pauta de lo cotidiano durante mucho tiempo.
De la historia de la vida cotidiana podemos obtener repesar nuestro presente, los cambios culturales y distintos sujetos de la vida cotidiana. Por ejemplo, Gonzalbo menciona la Revolución Francesa. Podríamos pensar que hombres o mujeres cotidianas no hicieron esta gran transformación sino las grandes figuras, pero lo cierto es que los grandes cambios se encierran en lo cotidiano, “en la mujer que no tiene con que alimentar a sus hijos o en los hombres despojados de sus tierras”.







Bibliografía:
Peter Burke, ¿Qué es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006.
Pilar Gonzalbo, Introducción a la historia de la vida cotidiana, México, El Colegio de México, 2006.
Daniel Hernández Rosete, “Cultura y vida cotidiana. Apuntes teóricos sobre la realidad como una construcción social” en Sociológica, año 15, número 43, pp. 87-102, mayo-agosto 2000


[1] El primero con “The Jazz Scene” y el segundo con “La formación de la clase trabajadora en Inglaterra”. Véase Peter Burke, ¿Qué es la historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2006.
[2] Daniel Hernández Rosete, “Cultura y vida cotidiana. Apuntes teóricos sobre la realidad como una construcción social” en Sociológica, año 15, número 43, pp. 87-102, mayo-agosto 2000, p. 89.
[3] Ibidem., p. 99.
[4] Pilar Gonzalbo, Introducción a la historia de la vida cotidiana, México, El Colegio de México, 2006.

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