Por: Rebecca Grafía
La
escritura de la historia, obra de Michel de Certeau es ya una
lectura fundamental al hablar de historiografía. Entendida la escritura como
práctica histórica, el autor busca encontrar las particularidades y cambios de
los siglos XVI al XX en la misma. El autor explica que al inicio había pensado
realizar una cronología y cómo después paso a repensar este acomodo fuera de
una visión lineal de la historia. Se trata entonces de una cronología entendida
como una distinción del “otro”. De lo que se era antes y que ya no se quiere
ser más. Una primera otredad que traza el historiador es “pasado” y “presente”.
Hay muchas más, precisamente para Certeau es crucial analizar cómo se define el
“otro” que distingue a la práctica histórica de un periodo a otro.
En el siglo XVI la práctica
histórica se vio influenciada por la geografía y la etnografía, la identidad de
trazó frente a un nuevo “otro”: el salvaje. Luego vinieron los siglos XVII y XVIII,
en donde Certeau ubica un desplazamiento de la historia cristiana a una
historia humana, en donde la primera pasó a ser tomada como “representaciones”
de un pensamiento supersticioso. Certeau considera que aquí hay una deuda de
análisis pues, es precisamente en la tensión entre una y otra que encontramos
la relación entre ideología e historia. Por último, en el siglo XX, Certeau
ubica dos momentos, el primero con el psicoanálisis de Freud y el segundo con
la “industria historiográfica”, en donde se ubica la “operación
historiográfica”.
Todos estos momentos son
analizados por Certeau en la segunda parte de su obra, no sin antes aclarar
primero algunas cuestiones teóricas y metodológicas que me parecen por demás
interesantes. Certeau ubica su presente en lo que él denomina “un despertar
epistemológico” con obras como la de Serge Moscovici, Michel Foucault, y Paul
Veyne.[1] El análisis del discurso
histórico es hecho dese la tesis que Foucault desarrolla en su Arqueología
respecto al discurso. Vemos como Certeau rechaza un “metalenguaje” que de significado
a todo, el reconocimiento del lenguaje como objeto de estudio hizo repensar el
discurso, sus mecanismos de reproducción y sus representaciones. A las ciencias
no les ha quedado más remedio que observarse a sí mismas respecto al
conocimiento que producen. La disciplina histórica no ha quedado fuera, es un
nuevo momento a la hora de pensar en historiografía. Certeau entiende por
historia una práctica (un lugar que reglamenta el quehacer histórico) y sus
resultados (relato), entre estos dos hay una relación de producción.
La “operación historiográfica”
es cómo funciona la práctica histórica, la escritura de la historia. Certeau
analiza el discurso histórico, ubica que tiene un lugar de producción, hay
grupos que se conforman con el objetivo de validar y preservar un discurso, con
mecanismos de divulgación específicos. Al mismo tiempo, es una práctica, que se
ubica en el intermedio entre naturaleza y cultura, siendo el discurso histórico
parte de lo segundo. Es un conocimiento creado que trata de aprehender la
realidad, en este caso una realidad pasada y hacer tangible por medio de la
escritura. Lugar, práctica y escritura están históricamente condicionados,
Certeau apunta a una historicidad de la historia. Nuestra relación con lo
“real” ha cambiado y hemos pasado de un “sentido” universal en la historia a
una multiplicidad de “sentidos”. El conocimiento histórico se mira a sí mismo y
reconoce sus límites, ha abandonado la idea de una historia global para
centrarse en lo particular y en lo discontinuo. Aunque claro, todo lo anterior
no ha estado exento de resistencias discursivas.
Aun así, Certeau insiste en
que no porque la perspectiva haya cambiado, el conocimiento histórico carece de
sentido o que su valor sea menor. Ha cambiado el criterio de verdad, de
conocimiento, de historia incluso, el historiador está obligado a reconocer su
presente, los preceptos de los que parte, los límites de su discurso, se trata
de no solamente crear un relato que explique los preceptos teóricos utilizados,
recordemos que para Certeau es primordial esa construcción del “otro” que
realiza el historiador: un tiempo frente a otro, un sujeto a diferencia de
otro. Los cambios epistemológicos trajeron consigo que trazar el otro no fuera
tan sencillo, hay una cierta pérdida de evidencia respecto a cómo hacerlo. La
práctica histórica ha perdido orientación, son otros los problemas a repensar
respecto al discurso histórico, su creación, validación y divulgación.
Bibliografía:
Michel de Certeau, La escritura de la historia, México,
UIA, 1993.
[1]
Esto en la década de los 70’. La obra de Certeau es de 1976, pero ya refiere a la
obra de Serge Moscovici “Essai sur l’histoire humaine de la nature” (Ensayo
sobre la historia humana de la naturaleza) de 1968, Michel Foucault, “La
Archéologie du Savoir” (La Arqueología del saber) de Foucault de 1969 y Paul
Veyne, “Comment on écrit l'histoire: essai d'épistémologie” (Cómo se escribe la
historia: Foucault revoluciona la historia) 1971.
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