Universidad
Veracruzana
Facultad
de Historia
EE
Didáctica de la historia
Actividad:
De historiador a historiador
Modalidad:
Charla Virtual
Fecha:
13/10/2020
Entrevista
Mtra. Rebeca Mejía López
¿Cómo entiende el sentido de
la disciplina?
Creo que hoy en día es difícil
hablar de un solo sentido de la disciplina. Por un lado, en la disciplina
todavía queda una herencia muy fuerte del academicismo y el historicismo que se
gestó en el siglo XIX en Europa y que sería replicado en América. Hoy en día
hablar de estudiar historia en términos generales con nuestras familias y
amigos casi siempre va ligado a cuestionamientos sobre lo laboral. Socialmente
se recurre al historiador en fechas conmemorativas o cuando ciertos sucesos
políticos exigen ser explicados. Eso dice mucho también sobre cómo es percibida
la disciplina histórica “afuera”.
Actualmente las licenciaturas
en historia conciben a la disciplina en términos de docencia, divulgación,
investigación, archivística, etc. En tiempos actuales se exige que la producción
del historiador sea tangible en una o más de las áreas que se mencionan.
Mucho tiempo se pensó que con
teorías como el “giro lingüístico” y el análisis del discurso, entre otras, la
historia como disciplina había llegado a su fin. Quizá si lo hizo en cierto
sentido, pues poco a poco el paradigma historicista y su método, el
positivismo, ha sido cuestionado. Hay otras corrientes de investigación
histórica que se han acercado a disciplinas como la antropología y la
sociología para dar explicaciones de tipo cultural sobre hechos pasados.
Aun así, siempre queda sin una
respuesta concreta cuál es la utilidad de la historia hoy en día. Yo creo que
deberíamos preguntar ¿útil para quién? y ¿desde dónde estamos construyendo el
sentido de la disciplina histórica?
Particularmente entiendo el
sentido de la disciplina como una relación que existe entre presente y pasado
que, a diferencia de la memoria que siempre va ligado a la justicia, o el
olvido, que suele ser mucho más problemático, se reinventa, se cuestiona sus
métodos de análisis y de producción, y de cierta manera se adapta para bien y
para mal al contexto que le rodea para sobrevivir.
¿Cómo asume su quehacer
profesional?
Cuando ingresé a la
licenciatura, mi expectativa, como muchos quizá, era ser docente de
Bachillerato. Pensé en la investigación tiempo después cuando se nos explicaba
sobre el archivo, sobre las líneas de especialización que existen, los
posgrados a los que se podía ingresar con beca, etc. Aunado a la pregunta
anterior, esto cambio mi sentido personal de que la historia eran solo
historias y fechas, y que era mucho más difícil explicarla o dedicarse a ella
de manera general, es decir, que era necesario especializarse. Parece una
obviedad entre colegas, pero creo que muchos no sabemos esto cuando ingresamos
a la licenciatura. Una vez que egresé de la licenciatura, me incorporé a la
maestría y estuve dos años dedicada de tiempo completo, luego vinieron las
clases en nivel bachillerato, que de nuevo me recordó lo difícil que es
explicar la historia, pero ahora fuera de un contexto especializado o entre
colegas. Fue cuando comencé a tomarme en serio la divulgación, haciendo breves
colaboraciones en radio, televisión y prensa, casi siempre de manera gratuita.
Hay una brecha muy grande ahí todavía para los historiadores.
Tiempo después vino el
doctorado, y comencé a pensar más que en divulgación histórica, en difusión
metodológica e historiográfica entre colegas. Los medios están a nuestro
alcance hoy en día, así que decidí que YouTube era una muy buena opción para el
proyecto. La respuesta fue muy buena y casi instantánea entre la audiencia,
aunque también hubo quienes criticaron que los medios le restaban seriedad y
que no se equiparaba al aula, etc. Creo que este año, 2020, viene a poner de
nuevo el debate sobre la mesa ente límites y alcances de los medios de
comunicación, pero siento que se pierde de vista que todo depende del contenido
que se maneje. Si es abundante, general, una reseña, etc.
De manera general podría
decirse que he tratado de ejercer mi vida profesional en al menos los tres ejes
que se le exige hoy en día al historiador: la docencia, la investigación y la
divulgación. Todas están relacionadas, aunque exigen distintas habilidades y
tienen diferentes recompensas.
¿Cómo interviene? ¿Con qué
resultados? ¿Cómo y dónde ha desarrollado principalmente su labor como
historiadora?
En cuanto a los espacios donde
he intervenido en términos de investigación puedo acotarlos a los posgrados, a
conferencias especializadas, a congresos, etc. Es un trabajo muy solitario,
entre pares, y los resultados se reflejan a muy largo plazo en publicaciones o
colaboraciones.
En el campo de la docencia los
resultados fueron entonces muy reveladores de manera personal. Fui afortunada
de poder participar en concursos de oposición que no eran tan rígidos como
ahora. Por primera vez, especialistas de historia estaban dando clases de
historia en niveles de secundaria y preparatoria, a diferencia de otras
generaciones que esos espacios eran de abogados y normalistas. De nuevo entra
el debate entre conocimiento o didáctica, creo que se necesita un
equilibrio. Cuando se egresa de la
licenciatura o posgrados es común que nos expresemos con lenguaje demasiado
especializado y debemos ser hábiles para poder realizar el diagnóstico del
público con el que vamos a trabajar y los objetivos a alcanzar. En ese sentido,
recomendaría los posgrados en enseñanza de la historia, en educación o en
didáctica de la historia para quienes se vean en este rubro a largo plazo.
Los resultados de la
divulgación han sido en cada momento muy satisfactorios. Poco a poco la
dedicación y la constancia van dando cuenta de cierto público. Hay mucho
terreno y es imposible que un historiador lo abarque todo. Quizá el gran pero
que se pone a la divulgación es que pocas veces es redituable. Yo creo que todo
es cuestión de paciencia y de tener visión de que estamos en otro momento en el
que la tecnología nos permite hacernos de nuestros propios medios y difundir
nuestro mensaje.
¿Cómo cree que puede llegar a
cambiar el rol o la “función social” del historiador en el mundo postpandemia?
A lo largo de nuestra
formación como historiadores se nos insiste mucho en la relación entre pasado
–presente. La historia tiene como función explicar el pasado, y ahora, más que
nunca, explicar las formas en las que se ha explicado ese pasado. Ahí entra la
importancia vital de la historiografía, algo así como la “crítica” a la
historia. Cada vez más se insiste en que el historiador debe explicar el
presente, o cómo el presente entiende ciertos pasados. Véase por ejemplo la
polémica cada vez más fuerte que existe en torno al 12 de octubre. Cierto
discurso histórico pero también su método ha caducado, aunque se sigue colando
hasta ahora, en la historia oficial o en la historia que nos enseñan. Analizar
y explicar el presente es difícil, hay otras disciplinas que lo hacen como la
antropología, la sociología, el periodismo, etc. Esta discusión podría
remitirnos a si el historiador está más ligado al sentido de la “investigación”
de los hechos del pasado o al historiador como una especie de juez entre pasado
y presente, que ha sido tratada por historiadores como François Hartog.
En el mundo pospandemia se nos
pide reflexionar sobre el pasado geográfico, hablar de migración y fronteras,
ambas discusiones relevantes, junto a la historia ambiental, que han cobrado
fuerza en los últimos años, y que permiten al historiador desenvolverse en
otras áreas también. Viene pensar nuestra historia con la tecnología y con la
relación de esta con la pedagogía histórica en todos los niveles. Creo que el
aula tradicional es de cierta forma irremplazable en el sentido de la vitalidad
de las discusiones presenciales, pero también creo que toca ver y resolver el
equipamiento del aula para que tenga todo lo necesario para continuar con la
comunicación y divulgación que la pandemia ha traído consigo.
Por último, creo que
definitivamente toca pensar el término “globalización”, no sólo como sistema o
estructura, sino incluso como periodo histórico, que algunos ven que ha llegado
a otro etapa, si no es que de cierto modo a su fin, al menos de la manera en
que a conocíamos.
Preguntas por parte de los
alumnos:
¿Qué similitudes políticas y
culturales encuentra entre el siglo XIX y ahora?
Historiadores como François
Xavier Guerra o Fernando Escalante, han estudiado las herencias políticas y
culturales del siglo XIX. Xavier Guerra señala por un lado la pedagogía
política que se trazó en las obras de los políticos y escritores decimonónicos
en su tarea por “formar al ciudadano”, para construir la nación. Enfatiza
además la importancia de la prensa escrita para la circulación de las ideas.
Por otro lado, Escalante se enfoca en la moral como parte de las discusiones
políticas que existieron a lo largo de los siglos XIX y XX. En su magnífica
introducción a su obra Ciudadanos
imaginarios, menciona como cierto pesimismo era compartido por la sociedad
mexicana del siglo XIX que hacía imposible apreciar cualquier tipo de gobierno.
Por el contrario, estaban convencidos de que México lejos estaba de ser una
nación civilizada como Europa o EE. UU. Se pensaba también que a la nación
había que “rehacerla”, algo así como una urgencia de “regeneración nacional”.
Esta conclusión se tiene hoy en día entre nuestros políticos.
Esto por supuesto no era así,
y aunque Guerra y Escalante escribieron entre la década de los 80’ y 90’
respectivamente, sus apreciaciones siguen vigentes hoy en día. Los medios de
comunicación tienen un papel más que relevante en la opinión pública y en la
percepción de nuestra sociedad. También es perceptible el pesimismo, y vaya que
siguen habiendo razones para estarlo, pero al mismo tiempo nos predispone a
pensar que ningún cambio es posible.
Algo que me gustó mucho de
esta pandemia es que nos mostró que “lo civilizado” no existe en ningún lado. O
por lo menos, viene a cuestionarlo si nos detenemos a pensar en ejemplos como
personas en EE. UU., que se rehúsan al uso del cubrebocas en un contexto de
pandemia global, o las marchas que suscitaron en Berlín de parte de sectores
que no creen en el Covid y en las cuales se “colaron” sectores fascistas y
antivacunas.
¿Qué le motivó a hacer su
tesis?
En la maestría trabajé al
político decimonónico José María Bocanegra, quien nunca se declaró historiador;
pero que escribió sus Memorias para
que fueran de utilidad a quienes sí se dedicaban a escribir historia. En su
obra se mencionaban las lecturas que él y otros hicieron durante sus vidas; los
autores que se utilizaban para hablar de términos como política, república,
soberanía, etc.
Después en el doctorado tuve
la oportunidad de estudiar la obra de François Hartog, quien precisamente se ha
dedicado a investigar los diálogos que se trazan entre antiguos y modernos, lo
que me llevó a pensar en revisar las lecturas de varios de los “polígrafos” del
siglo XIX como Lucas Alamán, Lorenzo de Zavala, José María Luis Mora, etc.,
saber qué autores grecolatinos leyeron, cómo conseguían los libros, cómo
influyeron las ideas antiguas en sus discursos políticos, qué idea de
Antigüedad tenían los políticos en las primeras décadas del México
independiente y por qué.
Fue necesario rastrear este
proceso de cómo los decimonónicos redescubrieron a los antiguos pero siempre de
la mano de los modernos. También en este sentido me propuse detectar qué
lecturas modernas estuvieron en sus manos, especialmente aquellas que se
dedicaban a la literatura grecolatina o a la historia de Grecia y Roma.
¿Cuál ha sido el mayor
obstáculo con el que se enfrentó al egresar de la licenciatura para el tema de
su especialidad?
Yo creo que el mayor reto fue
ponerme al corriente con la “historiografía” del tema; qué se ha dicho sobre él
y cómo se ha explicado. Creo que esto es un reto al que todos nos enfrentamos y
que puede llegar a ser abrumador, es imposible leerlo todo. Se trata más bien
de estudiar para tener un panorama general, la investigación es un proceso
largo, conlleva mucha lectura y relectura. Reflexión y momentos de silencio
también. Es un proceso que muchas veces se contradice con la manera en que se
nos exige producir conocimiento hoy en día, pero lo cierto es que debemos ser
modestos en nuestro alcance como historiadores pero al mismo tiempo perseverar
en nuestro oficio, ser curiosos es fundamental.
¿Cuáles son sus metas como
historiadora?
Seguir investigando. Pareciera
obvio pero la verdad es que mucho tiempo me aterró no estar a la altura de los
“grandes investigadores”, y aunque reconozco que tengo mucho que aprender y
pulir todavía en mis habilidades, la verdad es que quiero seguir estudiando los
temas que me gustan, con el compromiso de que mis textos sean de calidad y con
la esperanza de seguir publicando; pero tampoco quiero que la presión por
producir me rebase y desgaste mi gusto por la investigación. Escribir es
difícil, corregir y mejorar debe ser una constante. Aprender a ser nuestros
propios editores. Aceptar nuestros errores y enmendarlos. Seguir adelante a
pesar del pesimismo que, desde mi perspectiva, casi siempre rodea a la
profesión histórica. Sortear mi vocación con la vida que no se detiene.
Mudanzas, matrimonio, hijos, enfermedades, pérdidas… pareciera que nunca es el
momento ideal para investigar, pero me gustaría que a pesar de lo que ocurra a
mi alrededor dedicar por lo menos una hora al día a escribir o leer historia.
También me encantaría retomar mis proyectos de divulgación, pienso que es
importante defender los medios de comunicación y nuestro derecho al internet.
Estar con ustedes me hizo
darme cuenta de lo mucho que extraño la docencia y compartir, así que
definitivamente sería feliz regresando a las aulas en cualquiera de sus formas.
Muchas
gracias al maestro Ricardo Teodoro Alejandrez la invitación y a todos los
alumnos por su participación y su paciencia.
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ResponderBorrarHola, hola¡¡¡ Porqué ya no tienes canal de Youtube? Me gusta tu contenido. Saludos
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