lunes, 15 de abril de 2019

¿Qué es el Positivismo (histórico)?


Por: Rebecca Grafía

El historiador profesional tiene poco si lo comparamos con el tiempo que se ha escrito historia, la figura de quien escribe historia nos puede remontar a Grecia con Heródoto, pero de ninguna forma se trató de una historia profesional. En el régimen de historicidad moderno tenemos tres características que se complementan pero que también suelen confundirse entre sí. La historia, aspira a convertirse en una disciplina paralela a las ciencias naturales, es decir, siguiendo un método histórico. Por otra parte, el tiempo, pasa a ser protagonista, ya no estamos en él, sino sobre él y podemos manipularlo, se reconoce a la Historia, aparece esa Geschichte. Por último, la categoría que tiene más relevancia en el trinomio temporal pasado, presente y futuro, es el futuro. Todo el presente se proyecta hacia allá, siendo el hombre Moderno el ejemplo mismo que él necesita.
El método histórico se inauguró en la escuela alemana, con Barthold George Niebuhr, quien entendió que la historia debía comprenderse como la sucesión causal de los acontecimientos (la historia como un proceso causal inmanente) Leopoldo Von Ranke, continuador de este pensamiento, consignó en su célebre frase “exponer cómo sucedieron los hechos”, el encadenamiento de la sucesión de hechos que darían cuenta por sí solos, de cómo se habían dado los acontecimientos.[1]
Ranke es el fundador del método histórico positivista, después conocido como historicismo. Este método concreta los anhelos decimonónicos de certeza, realismo, nacionalismo y búsqueda de identidad. Con él la disciplina histórica quedará circunscrita a lo que los historiadores de esta corriente definirán como el método histórico por antonomasia, dejando fuera a muchos escritores que también escribieron historia pero desde otros espacios y puntos de vista. Entre ellos están Marx y Tocqueville, que hicieron una historia económica, pero que no fueron reconocidos como tal en su época debido a que no seguían el “método histórico” y porque pensaban la historia desde planteamientos teóricos –filosóficos. Por ello caían en la categoría de filosofía de la historia que, para los creadores del “método” no era historia.[2]
La concepción del tiempo era de un pasado lineal, irreversible, objetivado y acabado y con un método histórico de carácter empírico, se cosifica el pasado que ahora es observable por el historiador a través de los documentos. El historiador de principios del siglo XIX cosificó también a la sociedad con el positivismo de Augusto Comte, formulando una nueva ciencia: la sociología.[3] Comte afirmaba que del estudio empírico del proceso histórico, en especial de la progresión de diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que denominó de los tres estadios y que rige el desarrollo de la humanidad.[4] El conocimiento verdadero es el conocimiento científico y solamente puede surgir de la confirmación de las hipótesis a través del método científico.
El procedimiento de la historia es partir objetivamente del documento del que se deduce el hecho. El significado se aprehende de lo concreto, esto es, para Ranke, proceder de manera científica. La filosofía al contrario, procede de lo general a lo particular, es a partir de ideas a priori de reglas abstractas que se deducen las verdades particulares. Ranke rechazó el pensamiento filosófico de la historia, es decir, lo negó como conocimiento “científico”, para la historia.[5]
Se redujo la historia exclusivamente a los documentos, Ranke pensaba que así se alcanzaba la objetividad sin planteamientos teóricos previos que afectaran el análisis de los documentos. Se buscaba explicar el cómo habían sucedido las cosas. “La meta y el objetivo de la historia –ciencia será, de aquí en adelante, ir descubriendo paulatinamente la totalidad del pasado de la humanidad. Comienza entonces el realismo que se verá reflejado en las corrientes artísticas, literarias y científicas. En la historia este realismo era la aplicación del método objetivo, es decir, el método experimental de las ciencias empíricas.
La objetividad fue el requisito obligatorio de esta historia científica, alcanzable solo mediante el análisis crítico de las fuentes originales, indagando en los detalles, para así poder realizar ciertas generalizaciones siempre partiendo de los hechos primarios. El tipo de explicación al que se aspiraba era la descripción narrativa del proceso histórico.[6]
Está como antecedente el método crítico filológico iniciado como Georg Niebuhr. El análisis y estudio de los documentos originales, iniciado en el Renacimiento y que continuó hasta el siglo XVIII con disciplinas como la numismática, la diplomacia, la paleografía y la epigrafía. Los historiadores alemanes del siglo XIX aplicarían el método de estas mismas disciplinas directamente en la construcción de la historia.[7]
El método filológico sería perfeccionado por Ranke y sistematizado en 1898 por los historiadores franceses Charles –Victor Langlois y Charles Seignobos en su obra Introducción a los estudios históricos. La historia pasó a tener un lugar especializado para producirse: las universidades. El método de Ranke suponía que el historiador debía enfrentarse a su objeto de estudio, los documentos que contienen los acontecimientos del pasado, sin ideas preconcebidas. Había un estudio filológico de por medio y se cotejaba con otros documentos todo para llegar a un versión “verdadera” de los hechos.
La obsesión por la objetividad llevó a creer que se podía suprimir la subjetividad. Partir, como la ciencia, de una inducción controlada de los hechos particulares llevaría al descubrimiento de historias de estados, luego de naciones y posteriormente la suma de todas ellas darían la historia universal; de tal modo que algún día se llegaría a saber todo el pasado humano. Con Ranke se creó la ilusión de que el pasado develaba “naturalmente”, que brotaba simplemente bajo la mirada erudita del historiador.[8]
La novedad que trajo Ranke radica en el carácter de fabricar una historia nueva. Comenzó a fraguarse una cualidad propiamente moderna con la distinción entre historiografía e investigación histórica. Para 1825 ya se percibía la aparición de la nueva historiografía científico –académica. Posteriormente Ranke llega a la Universidad de Berlín para desarrollar sus enseñanzas. De esta manera, Ranke dio nuevas bases al proyecto iniciado por Vico un siglo antes. El nacimiento y desarrollo de la historia como empresa humana selló el comienzo de lo que se conoce como la era del “historicismo”.[9]
El pasado se convirtió en un objeto estable, finiquitado, observable a partir de sus huellas (documentos, trazas, monumentos) mediante un método controlable y fijo. Con esta concepción del pasado y de ciencia se entiende que la historia se distinguió entre quienes estudiaban “hechos” los historiadores que “hacían historia” (que develaban y descubrían la interrelación causal de los hechos)- y quienes se dedicaban a la historiografía: leer a los historiadores del pasado, a comprender su estilo, su escritura, y, en el mejor de los casos a evidenciar sus errores.[10] Por supuesto, hubo quienes se opusieron a esta forma de hacer historia desde que surgió, pero los cuestionamientos más fuertes vendrían más adelante en el siglo XX.





Bibliografía:
Norma Durán R. A. (coordinadora), Epistemología Histórica e Historiografía, México, UAM -Azcapotzalco, Biblioteca de Ciencias Sociales y Humanidades, 2017.
Norma Durán (compiladora), Historiografía general: antologías universitarias, México, UIA, 1996.
Guillermo Zermeño Padilla, La cultura moderna de la historia. Una aproximación teórica, México, COLMEX, 2002.
Bibliografía complementaria:
François Hartog, Regímenes de historicidad: Presentismo y experiencias de tiempo, México, Universidad Iberoamericana, 2007.


[1] Norma Durán R. A., “François Hartog, la historia y el “presentismo” del presente” en Norma Durán R. A. (coordinadora), Epistemología Histórica e Historiografía, México, UAM -Azcapotzalco, Biblioteca de Ciencias Sociales y Humanidades, 2017, p. 263.
[2] Norma Durán (compiladora), Historiografía general: antologías universitarias, México, UIA, 1996, p. 141.
[3] Norma Durán R. A., “François Hartog, la historia y el “presentismo” del presente” en Norma Durán R. A. (coordinadora), Epistemología Histórica e Historiografía, p. 263.
[5] Norma Durán (compiladora), Historiografía general: antologías universitarias, p. 142.
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Ibidem., p. 143.
[9] Guillermo Zermeño Padilla, La cultura moderna de la historia. Una aproximación teórica, México, COLMEX, 2002, pp. 88 -89.
[10] Norma Durán R. A., “François Hartog, la historia y el “presentismo” del presente” en Norma Durán R. A. (coordinadora), Epistemología Histórica e Historiografía, p. 263.

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