martes, 18 de septiembre de 2018

Tips para editar y reescribir


Por: Rebecca Grafía

En esta ocasión continuamos con los consejos brindados por Howard Becker en su libro Manual de escritura para científicos sociales como empezar y terminar una tesis, libro o un artículo. Ya hablamos un poco sobre cómo iniciar a escribir con el “borrador plumazo”, la identificación de ideas principales y secundarias, nos dimos cuenta de lo que queremos decir y, también que hay distintas formas de hacerlo. A partir de ahí nos fuimos a un segundo borrador un poco más documentado, aunque todavía pensándolo con la libertad de ser un borrador. Ahora bien, este segundo borrador más amplio es el que toca editar y reescribir. Becker aconseja editar de oído, es decir, leerlo en voz alta y a conciencia para identificar algunos “errores” que entorpecen nuestra escritura, y, por tanto el entendimiento del lector. El objetivo principal de escribir, es hacerlo de una manera que el lector entienda de la manera más clara y concisa lo que quieres decir. Este proceso, nos dice Becker, es creativo y no es a la primera, se trata de mucha práctica, por lo cual es mejor ver las tareas de editar y reescribir, como algo divertido ya que si no será un proceso mucho más tedioso.
Editar de oído se trata de leer en voz alta y darnos cuenta de que si algo suena bien es porque está bien, si algo no suena bien es porque no está bien. Es escuchar a conciencia cada una de las palabras que elegimos y preguntarnos: ¿es realmente lo que quiero decir? ¿Esta palabra ayuda o entorpece mi argumento? Becker señala que en este proceso, más que hacer uso del lenguaje lógico –matemático hacemos uso de la heurística, la corrección es creativa. Por lo mismo, es importante leer cosas que estén fuera de nuestra profesión, darnos cuenta de que hay múltiples formas de comunicar lo que queremos decir, así como los distintos usos de las palabras. El problema de solo leer materiales de nuestra profesión es que terminamos repitiendo los mismos vicios y problemas a la hora de escribir que, como ya vimos están sujetos a criterios de validación, pues queremos que nuestro discurso sea plausible y aprobado por una comunidad especialista que tiene determinados criterios de aceptación. Aun así, para Becker, es posible escribir diferente, hacer textos más comprensibles, causar un impacto al lector, etc. Aunque claro habrá resistencias en el camino.
Lo cierto es que no existe mucha crítica a la prosa de un escritor académico, generalmente es algo que no es tomado en cuenta y cuando se señala es común escuchar excusas como “yo no nací con el don de la palabra”, “se trata de un texto académico no literario”, etc. Cuando lo cierto es que la buena escritura se desarrolla con el tiempo, se requiere práctica y constancia, pero también errores, muchos errores.
Veamos entonces algunos tips para la corrección de nuestros borradores (no importa cuántos sean, pueden pasar hasta 10 borradores antes de llegar a un manuscrito y aun así las cosas terminadas están sujetas a reediciones, en suma, la escritura es un proceso abierto).

 Cambiar oraciones pasivas por oraciones activas
Se trata de introducir un agente en la acción, la afirmación, la argumentación, etc. Esto con el propósito de atraer al lector. Hay que eliminar todas las muletillas, “carraspeos” o palabras rimbombantes y repetidas que no son específicas ni necesarias para lo que queremos decir. Por ejemplo: “… toda una vida de arduo trabajo…” por “una vida de arduo trabajo”.
Es importante resaltar que cada cambio que realices abre nuevos caminos, las posibilidades son infinitas, pero se trata de encontrar la manera más clara y precisa de lo que queremos comunicar. Es un ejercicio tedioso pero necesario, Becker dice que requiere tiempo aunque no tanto como creemos, eso sí, la corrección debe ser renglón por renglón, palabra por palabra para detectar problemas. Se trata de ajustar la lente para tener una visión más enfocada, pero en el texto.
Las palabras innecesarias no tienen lugar puesto que sólo engañan al lector. Cuidemos que nuestras palabras no suenen a “conceptos” que no hemos explorado o definido con claridad, puesto que llaman la atención, insinúan profundidad y sofisticación donde no la hay y, además, posteriormente podrías ser cuestionado por su uso. Cada oración puede presentar problemas que a primera vista son “teóricos” o “metodológicos” cuando en realidad son de sintaxis o bien producto del abuso de palabras innecesarias.
Las oraciones con agentes activos tornan más comprensibles y creíbles nuestras representaciones. Por ejemplo; “el criminal fue sentenciado” (oración pasiva) por “el juez sentenció al criminal” (oración activa). Becker denuncia que casi todas las versiones de teoría social insisten en que actuamos para producir vida social, pero la sintaxis de ciertos investigadores afines a estas teorías parece decir lo contrario, pues omiten a los actores perdiéndose en la voz pasiva. Aunque el autor no lo menciona, me parece que ello también tendría que ver con la búsqueda de objetividad de algunas ciencias sociales y con la forma en que ha sido acordado deben de ser los trabajos académicos.

 Pocas palabras
¿Por qué introducimos frases o palabras que no van? Hay múltiples razones dice Becker, para demostrar modestia, por temor a estar equivocados, etc. También porque pensamos que si decimos lisa y llanamente lo que queremos expresar, entonces cualquiera podría decirlo, creemos que debe sonar profundo para ser científico. Solemos apegarnos a ciertos formatos por legitimidad de nuestra área, pero lo cierto es que terminan siendo texto con poca aportación y aburridos para el lector. Becker aconseja revisar nuestros textos y preguntarnos si podríamos decir lo mismo con el menor número de palabras posibles. De ser así, hay que corregir.

 Repetición
Se trata de evitar la reiteración si no es necesaria. Por ejemplo: “un banco se ve diferente cuando está habitado por encargados de limpieza que cuando está habitado por bancarios”. Lo repetitivo distrae, si lo omitimos se puede crear una oración más interesante y completa.

Estructura y contenido
Los pensamientos expresados en una oración afirman o implican algún tipo de conexión. De ahí que debamos ser tan cuidadosos a la hora de editar o reescribir, ¿estoy relacionando de forma que comunico lo que realmente quiero decir? Por supuesto, hay varias formas de exponer, se puede jugar con las posibilidades de cómo contar algo, recordando siempre que el orden afecta el argumento. ¿Nuestra exposición se trata de un orden jerarquizado, entrelazado, de iguales? Lo anterior depende de qué queremos decir. La sintaxis es la manera en que ordenamos los elementos de modo tal que su sintaxis también configure el argumento y que no interfiera con la comprensión del lector.

Concreto/abstracto
Becker afirma que los académicos, sociólogos y los científicos sociales en general empleamos demasiadas palabras abstractas, en el fondo debido a que no tenemos nada específico. Por ejemplo, cuando decimos que “dicho fenómeno social es complejo”, para Becker eso no dice nada salvo un “créanme hay mucho trasfondo aquí”, lo cual se puede decir de casi cualquier cosa. Hay que ser cuidadosos con las generalidades simplonas.
Independientemente de nuestro público lector, podemos lograr una escritura legible y memorable editando y reescribiendo de manera específica y concreta. Cuando suprimimos frases largas y pomposas por frases más compactas, la idea se vuelve más nítida y específica.
Si hablamos de abstracciones y necesitamos ejemplos hay que elegirlos con sumo cuidado, ya que estos traerán repercusiones en la argumentación en general.

Metáforas
Becker narra cómo los temas habituales de revistas académicas están repletas de metáforas, sin importar si se trata “de sociología, historia, psicología, en casi todas hay cháchara trillada metafórica”. Por ejemplo; en las reseñas se leen cosas como “parece faltar una vuelta de tuerca”, o “el estudio abarca un amplio terreno”, o “se ocupa de temas empobrecidos por su contexto”, etc. Pareciera, dice Becker, que el documento es más científico si contiene un montón de palabrerío metafórico. Por lo general, en los textos que revisaba el autor, eliminaba todas las metáforas. A menos que alguna fuera el hilo conductor y correcto de la argumentación principal.
El uso correcto de metáforas implica seriedad y atención pues existen distintos tipos. Tomar conciencia de ello nos permite utilizarlas intencionalmente y a sus matices también.

Editar de oído y reescribir es una “acción zen de prestar atención” nos dice Becker. Los borradores se pueden escribir rápidamente y con descuido porque luego tendemos tiempo de reescribirlos. Los escritores ponen mucha atención a lo que han escrito, observan y analizan el uso que dan a cada palabra. Cuando ponemos atención, los problemas comienzan a resolverse.
Basada en mi experiencia al seguir los consejos de Becker, y en la reciente presentación de avances que tuve, añado otros consejos que pueden ser útiles en esta etapa:

           Paciencia
Como ya dijo Becker, la escritura y corrección son procesos creativos. No es a la primera, se trata de práctica y de un vaivén de actividades. Leemos material, tomamos notas, hacemos fichas, borradores, corregimos, editamos, reescribimos, nos regresamos, etc. Toma tiempo, pero siendo constantes podemos avanzar mucho en poco tiempo, especialmente porque vamos persiguiendo la claridad y nos vamos dando cuenta por dónde continuar o en dónde detenernos por un momento.

Piensa en tu lector
Becker narra como otro tipo de borrador plumazo que hacía era el platicar una síntesis breve del artículo o libro que estuviera trabajando a algún amigo o colega y darse cuenta de en dónde el escucha lo seguía en su argumento y en dónde se perdía, o bien en que puntos él estaba en lo correcto al verlos relacionados y en dónde la conexión era un tanto forzada o un callejón sin salida y mejor dejarlo así por el momento. Lo mismo aplica a la hora de recibir comentarios por parte de tus compañeros o lectores en seminario. Detectar en dónde, por más claros que tratamos de ser, hay confusión o no se entendió lo que queríamos decir. Revisar y corregir.

Distintas fases en el proceso de escritura
El protocolo es parte fundamental para el proceso de escritura, pero no es lo más importante. No debemos aspirar a corregir múltiples veces el protocolo para que se ajuste a aquello que “sí queremos decir” conforme vamos haciendo avances en nuestra investigación. Se trata de partir de una idea, hacer borradores, hacer manuscritos, ensayos y aproximaciones, en los que vayamos detectando estos vaivenes entre lo que creíamos cierto y lo que fuimos encontrando para luego dar una argumentación detallada y honesta de nuestros resultados. No hay que pensarlo como “esto ya es parte del capítulo tal…” porque puede ser que no quede acomodado así al final. En el “borrador plumazo” hicimos fichas y nos fuimos por partes realizando un ensayo por tema. Se trata de hacer aproximaciones, ajustes y reacomodos, aunque claro vamos avanzando en la escritura. Así, la redacción final de la tesis, artículo o libro será más fácil.

Ir por partes
Podemos dejar un ensayo en el “segundo borrador” y volver a él más tarde para corregirlo. Así nos podemos ocupar de otras partes, de otras lecturas, o comenzar otro borrador plumazo. Recuerda que la escritura no es un proceso lineal, sino creativo, en el que cabe la retrospección para dar claridad a lo que escribimos.



Bibliografía:
Howard Becker, “Editar de oído”, en Manual de escritura para científicos sociales como empezar y terminar una tesis, libro o un artículo, Siglo XXI, Argentina, 2011, pp. 99 -113.




1 comentario:

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